Se ha preguntado alguna vez, ¿cuál es la razón fundamental por la cual los
deudores no pagan a tiempo sus obligaciones?
Muchos acreedores conciben la insolvencia como el único y simple móvil que impulsa la rebeldía a la hora de
pagar; no obstante, ello no resulta tan simple como parece, ya que hay una motivación mucho más poderosa que
signa la contumacia del deudor.
En efecto, esa razón que pocos atinan a detectar , no es otra que la posibilidad de obtener con la morosidad una forma de financiamiento fuera de la actividad bancaria, sin
costo crediticio y ajeno a cualquier
garantía ejecutable.
Así las cosas, antes de acudir al crédito bancario con tasas activas que
en Venezuela rozarían el 25% anual en intereses compensatorios, los comerciantes
suelen ralentizar los pagos de sus
obligaciones con la consciencia irrefutable de soportar un mero 12% (anual) de intereses moratorios, en virtud de
la demora en el pago de las acreencias y sólo cuando sean objeto de acciones
judiciales de recuperación con fundamento a lo previsto en el artículo 108 del
Código de Comercio.
Beneficiándose informalmente de
plazos crediticios que no ha contratado, el deudor se aprovecha sin contraprestación alguna de una oxigenación financiera que le es
completamente favorable, pagando tarde
sus obligaciones hasta límites soportables y en detrimento del patrimonio de su acreedor.
Peor aún resulta aceptar la excusa del deudor, cuando le insinúa a su
acreedor que consintiendo su morosidad estaría contribuyendo al desarrollo de
planes de inversión altamente productivos y beneficiosos para ambas partes;
todo lo cual constituye una simple nube de humo con la cual se pretende esconder las pícaras intenciones del contumaz.
Definitivamente es una costumbre fuertemente acendrada en los predios
comerciales, el que preferentemente sólo se abone a los
acreedores que cobran de manera ordenada y sistemática, dejándose a
un lado a la ingente masa de comerciantes cuya pasividad los condena a recibir
pagos extremadamente demorados.
Es en esa zona gris de la morosidad donde surge el crédito informal y paralelo al cual hemos hecho
referencia. La única forma de combatir
ese flagelo es con protocolos tácticamente estructurados de seguimiento, control y recaudación, capaces de alertar en forma
temprana sobre cuentas morosas generadoras de espontáneos e improductivos financiamientos .
carlosarocha©2015